Pablo contó en una entrevista al diario Tiempo Argentina que dejó su trabajo en la construcción y ahora reparte para una app. En otro reportaje, en C5N, una persona que vende de manera ambulante hace más de 30 años en Once, dice que cada vez ve más personas haciendo lo mismo que él. En los subtes y trenes, pasan una persona atrás de otra vendiendo lapiceras, golosinas, cuadernos para colorear y hasta zapatillas de enchufe y otras herramientas.
Mientras tanto las noticias de despidos en el Estado, las suspensiones y despidos en las fábricas y el cierre de pymes son una constante. Analizaremos este fenómeno en esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Un joven repartidor, que está muy contento con su trabajo, fue entrevistado por la exlegisladora Ofelia Fernández en su documental “Cómo ganar plata” (2024). Ante la consulta sobre cuánto tiempo trabaja por día, el hombre contestó que pedalea entre 10 y 12 horas. “Con eso me alcanza, pero con 8 también me sirve. Si querés tener tus cosas, vas a trabajar la cantidad de horas necesarias. Si querés tener lo justo, vas a trabajar entre 4 y 8”. “Estamos siempre a una hora más de tener más plata”, observó Fernández.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de Perú, en el periodo comprendido entre abril de 2023 y marzo de 2024, la tasa de empleo informal a nivel nacional fue del 71,2%, mientras que el empleo formal representó el 28,8% de la población económicamente activa ocupada. Por eso nos estamos preguntando si Argentina vive un proceso de “peruanización” laboral, con todo respeto por ese país.
En un informe de la consultora Empiria 417 se explica este proceso de “peruanización”, por decirlo de algún modo. El informe señala que el actual modelo de crecimiento libertario, basado en sectores como el agro, la minería y los hidrocarburos, enfrenta una seria limitación para generar empleo masivo y de calidad.
Aunque estos sectores alivian la restricción externa portando divisas, no son intensivos en mano de obra: en conjunto, el agro primario, la minería, el upstream petrolero y la pesca representan apenas el 7% del empleo privado asalariado, aunque quizás representen el 70% de las exportaciones.
En cambio, sectores intensivos en empleo como el comercio, la industria y la construcción —que juntos explican el grueso del trabajo formal— fueron los más castigados. Entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024 se perdieron 105.000 empleos asalariados privados, con caídas de 51.000 puestos en la construcción, 26.900 en la industria, y 33.000 adicionales en hoteles, transporte y servicios profesionales. En contraposición, solo se generaron 22.500 empleos en tres sectores: comercio (14.000), agro (7.700) y pesca (600).
Es decir, los ganadores del modelo Milei, que son estos sectores como la minería y los hidrocarburos, no generan el empleo suficiente. Por otro lado, los perdedores, como la construcción y el comercio, son los que más empleo generaban y hoy no lo están haciendo.
Por esta razón, el desempleo subió de 6,1% a 7,2% en el promedio anual en 2024, y de 5,7% a 6,4% en el último trimestre, comparado con el mismo período de 2023, mostrando un deterioro del mercado laboral.
Sin embargo, el ajuste principal no fue por cantidad de empleo, sino por su calidad: mientras se perdieron 235.000 empleos asalariados (190.000 formales), se generaron 381.000 puestos no asalariados, de los cuales 327.000 fueron trabajadores por cuenta propia. La presión laboral también se disparó: creció 1,3 puntos y alcanzó al 23% de la población activa, impulsada por 340.000 ocupados que declararon estar insatisfechos con su situación laboral, además de 180.000 nuevos desempleados.
Esto anticipa una recomposición progresiva del empleo: se crea trabajo, pero más precario, peor pago y con fuerte impacto en el consumo, especialmente en las provincias donde el empleo público —hoy en caída salarial— tiene mayor peso.
La recuperación de la masa salarial será, en consecuencia, más lenta que la del empleo porque el empleo no registrado y por cuenta propia tiene menos ingresos que el empleo formal en general. Además, ese tipo de empleo no tiene cobertura por enfermedad, vacaciones, aguinaldo ni obra social. El cambio de empleo formal a informal implica una precarización de la condición laboral.
¿Qué cambios trae esta nueva configuración de la clase trabajadora? ¿Qué novedades políticas trae el hecho de que los obreros del siglo XXI sean cuentapropistas y no estén sindicalizados? ¿Cómo piensan estos trabajadores y a quienes prefieren votar?
Vamos a analizar el siguiente testimonio que es muy interesante. Durante el 2023, el gobernador bonaerense Axel Kicillof quiso impulsar una ley para regularizar las apps de reparto y sindicalizarlas. El resultado fue una manifestación en contra de esto. "No queremos sindicatos, somos independientes”, reclamaron los repartidores. Uno de ellos, que trabajaba para la aplicación Rappi, sostuvo: “Hace cuatro años que trabajo. Nos preocupa que se quiera sindicalizar el sector porque así estamos bien”.
Por otro lado, está lo que sectores como el Frente Patria Grande de Juan Grabois denominó Economía Popular. Esto es la economía informal de cartoneros, vendedores ambulantes y otras de estas labores integradas a programas sociales estatales. “Planteamos una economía plural con tres sectores: un sector privado, uno público —que tiene que centrarse en la educación, salud seguridad y ciencia— y uno comunitario. El sector comunitario debe tener un ingreso garantizado”, explicó el referente.
Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con Grabois, pero evidentemente hay que tener alguna respuesta a este nuevo fenómeno. El éxito de personas como Grabois es que su tarea de representación deje de ser necesaria porque todos estén incluido en el sector laboral formal.
Desde el ángulo político, parece haber una diferencia entre quienes son repartidores y choferes de app y entre los trabajadores de la economía popular como cartoneros o vendedores ambulantes. En el primer caso, los trabajadores parecen valorar la idea de ser su propio jefe y percibir más ingreso a medida que se produzcan más. Esto, de alguna manera, los acerca a los valores libertarios. En el otro caso, el trabajo de los movimientos sociales y dirigentes como Grabois, parece haber poner algunos matices en este sentido. De hecho, hay dirigentes como Natalia Zaracho, hoy diputada nacional, que vienen de esta experiencia de la economía popular.
Por otro lado, cabe preguntarse cuánto puede resistir la economía argentina el crecimiento del sector informal si cada vez hay menos trabajadores formales y cada vez cae más el consumo. Es decir, ¿habrá suficientes personas que pidan hamburguesas a las apps de reparto para sostener el crecimiento de los repartidores? O, si las personas ganan cada vez menos y cada vez hay más vendedores ambulantes. ¿podrá haber mercado para todos?
En abril de este año, un joven repartidor se manifestó al respecto de estas problemáticas y dijo: “Somos muchos y la demanda cada vez es menor. Pedaleo 350 kilómetros por día”. Una pregunta interesante es hasta qué edad se puede sostener pedalear de Buenos Aires a Mar del Plata, algo que no es sustentable físicamente con el paso de los años.