El norte de la provincia de
Santa Fe ―«pequeño gigante dormido que descansa a los pies de sus patrones»―
fue escenario de múltiples «experiencias despertadoras» que buscaron torcer su
«destino ruin y abnegado». Rafael Yacuzzi ―El Rafa para la militancia― es parte
de esas experiencias de luchas colectivas de los años 1960 y 1970.
Hablar hoy sobre la
militancia de Rafael Yacuzzi, implica comenzar a develar una parte de la
historia fuertemente resistida y ―en algunos casos― declarada en estado de
«amnesia permanente». En Villa Ocampo ―ciudad que lo vio crecer― existe un
«aparente blindaje» a la memoria de El Rafa y hacia las iniciativas que apunten
a recordarlo. Tal es así que el cartel que señalaba la ruta con su nombre sigue
sin ser restituido después que fuera quitado al poco tiempo de inaugurarse.
Rafael Yacuzzi nació en Las
Mercedes ¬―distrito rural de Villa Ocampo― localidad de la provincia de Santa
Fe. Fue el octavo de doce hermanos de una de las tradicionales familias
católicas y agricultoras de la región. La vida en los algodonales fueron
curtiendo sus «gringas» manos y el contacto con lxs hijxs de cosecheros lo
adentraron a un universo que lo fueron interpelando. El contacto con los
principios cristianos lo llevaron a tener la mirada puesta en los innumerables
pobres que con sus manos laboriosas engrosaban las ganancias de las empresas.
Rafael ―como aquel Cristo crucificado por rebelde e instigador― fue parte de
los curas latinoamericanos que adhirieron a la «opción por los pobres» ―bajar
del altar sagrado y sentir el barro y las injusticias a viva voz de los
explotados y explotadas de la América profunda.
En 1966 llegaría su gran
debut. El obispado de Reconquista lo nombraría cura de la
Parroquia de Villa Ana. Aquí
encontró un pueblo diezmado por el cierre de la fábrica de La Forestal. Éxodos
permanentes de familias y desesperanza fueron parte de las adversidades que
tuvo que enfrentar en su tarea pastoral. La fundación de una cooperativa de
producción en el año ´73 junto con la organización de los hacheros serán
algunos de los intentos.
Villa Ana ―sin dudas―
representó un punto de inflexión en la vida y militancia de Rafael. Aquí su
compromiso político lo llevaría a formar parte de la fundación de Montoneros en
el norte argentino, y liderar junto al mítico líder de la CTA de los
Argentinos, Raimundo Ongaro, el «Ocampazo» ―histórica movilización conocida
como la «Marcha del hambre» contra el cierre del Ingenio de Villa Ocampo y en
defensa de las fuentes de trabajo de obreros y pequeños productores―.
El 24 de marzo de 1976 se
inauguraba en Argentina uno de los periodos más oscuros y la vida de Rafael
daría un vuelco rotundo. La cárcel y luego el exilio será su nuevo rumbo. En
esta etapa experimentaría varios cambios, entre ellos, el abandono de los hábitos
religiosos y la conformación de una familia junto a Nilda Rapari y su pequeño
hijo Alejandro que también tuvieron que salir forzosamente del país.
Entre 1983 y 1984 fue
regresando paulatinamente a la Argentina a medida que la democracia también lo
hacía. En esta oportunidad alternó su vida entre Buenos Aires ¬―lugar de su
nueva familia― y Villa Ana ―pueblo al que nunca dejo de volver―. Aquí encaró
junto a Aníbal Sánchez, Titi Yoris y Ramón Balbuena la fundación de lo que
después se llamaría Coop. El Quebracho Colorado.
Su dedicación y compromiso
fue completo hasta que sus pulmones se desencantaron del tabaco y un cáncer lo
dejara sin vida el 23 de noviembre de 2001 ―justo un mes antes del reviente
económico, social y político de la Argentina―.
La huella imborrable de su
lucha en el norte de Santa Fe hizo que en el 2003 ―por medio de una ley― el
gobernador Jorge Obeid estableció que la ruta provincial Nº 32 con el tramo
Villa Ocampo-Villa Ana, llevara por nombre “Rafael Yacuzzi”. La concreción de la
señalética demoró algunos años. Recién el 13 de noviembre del 2012 ―por
iniciativa y gestiones de la Asociación Norte Amplio por los Derechos Humanos y
la Coop. El Quebracho Colorado― se pudo colocar dos carteles con la leyenda:
«Ruta Prov. Nº 32 Rafael Yacuzzi». Lo que había demorado varios años en
concretarse, solo demoró tres meses para que se destruya. En la noche del 12 de
febrero el cartel que estaba ubicado en la parte de Villa Ocampo ―empalme con
la ruta nacional Nº 11 frente al club Racing El Campesino― fue quitado dejando
solo los palos que sostenían dicho cartel.
El 12 de febrero el
Movimiento Evita de Villa Ocampo hizo pública la denuncia del robo del cartel y
desde el blog de la Asociación Norte Amplio por los Derechos Humanos también
levantaron la voz de indignación:
«El trabajo sucio fue que
destornillaron los bulones del cartel y lo desaparecieron, dejando sus sostenes
de madera, en un acto demostrativo de algunos que tratan de borrar la Memoria
silenciando las luchas populares en el norte santafesino y en las que el ex
párroco de Villa Ana tuvo un rol muy importante. Habiendo tantos, da la
casualidad que justo desaparecen ese cartel».
Hoy a 16 años de su muerte
la memoria de El Rafa representa un faro que arroja claridad y profundidad a estos
tiempos inciertos y frívolos de la política. Y la restitución del cartel con su
nombre constituye una batalla cultural contra el olvido y el silencio de un
pasado de lucha y rebeldía que es necesario enmendar.
Luciano
Sánchez - Fuente: La Chispa - Blog: Asociación Norte Amplio por los Derechos
Humanos