En una época marcada por la violencia y el uso masivo de redes sociales entre niños y adolescentes, el acoso escolar se presenta como una problemática recurrente. Se manifiesta tanto en las aulas como en el entorno digital, y puede tener consecuencias graves para la salud emocional y física de quienes lo padecen. Identificar las señales a tiempo y acompañar desde resulta fundamental para prevenir y actuar ante estas situaciones.
El acoso escolar, también conocido como bullying, suele reproducir modelos de violencia aprendidos y se sostiene en el tiempo si no hay intervención adulta. Las redes sociales amplifican este fenómeno, convirtiéndose en escenarios donde los chicos pueden ser hostigados las 24 horas del día, muchas veces sin que los adultos lo noten.
Según especialistas en salud mental infantil, es clave abordar el tema desde dos ejes: la prevención y la acción concreta cuando el conflicto ya está instalado.
La importancia de la familia: comunicación, límites y contención
Abrir espacios de diálogo, preguntar diariamente cómo estuvo el día, indagar sobre los vínculos con compañeros y generar un clima de confianza permite a niños y adolescentes hablar de lo que les pasa. También es necesario enseñarles a marcar límites y a reconocer que nadie —ni un adulto, ni un par— tiene derecho a maltratarlos.
Fomentar actividades fuera del entorno escolar, compartir tiempo de calidad y revisar las propias prácticas de crianza son herramientas clave para crear un entorno seguro. La crianza respetuosa, con presencia y escucha activa, es la base para que los chicos se sientan acompañados.
Señales que pueden indicar que un niño está sufriendo bullying
Cambios repentinos en el estado de ánimo
Ansiedad o episodios de llanto sin explicación
Bajo rendimiento escolar o rechazo a asistir a clases
Actitudes de aislamiento social
Conductas regresivas (como hacerse pis en la cama)
Trastornos del sueño
Malestares físicos recurrentes sin causa médica
Pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba
Disminución de la autoestima, comentarios negativos sobre sí mismo
Qué hacer si ya se detectó una situación de acoso
Cuando ya hay indicios o certezas de que un niño sufre bullying, es fundamental actuar con rapidez y contención:
Llamar al problema por su nombre y evitar minimizar lo que ocurre
Solicitar reuniones con el equipo directivo o docente de la escuela
Presentar por escrito lo que relata el niño, para que quede registro
No responsabilizar ni exponer al menor que denuncia
Acompañar sin culpas ni juicios, dejando que los adultos tomen el control
Proponer la intervención de las familias involucradas
Promover talleres, charlas y espacios de reflexión en la escuela
Buscar orientación profesional si el niño lo necesita
Redes sociales: un terreno de exposición y violencia
En el ámbito digital, el acoso puede tomar formas más silenciosas pero igual de dañinas: burlas en grupos de WhatsApp, comentarios hirientes, difusión de imágenes sin consentimiento o exclusión virtual. Supervisar el uso que los chicos hacen de los dispositivos, conocer a sus contactos virtuales y acompañar sin invadir, forma parte del cuidado cotidiano.
La exposición temprana y sin límites también puede derivar en consecuencias psicológicas. Por eso se recomienda hablar en casa sobre qué se comparte, con quiénes y por qué. Y, sobre todo, enseñar que si hay daño, no es un juego.