Hacer trámites es algo
molesto. Cuesta imaginar que alguien elija hacer un trámite si no tiene la
necesidad de hacerlo. Con el bautismo pasa algo parecido. La mayoría de la
gente bautizada no eligió ser bautizada. De hecho, generalmente las personas
atraviesan esa experiencia poco después de nacer y ni siquiera la recuerdan.
Sin embargo, existe un trámite para darse de baja del registro de bautizados:
la apostasía.
IMPOSICIONES
ARGENTINAS: FÚTBOL Y RELIGIÓN
En Argentina hay dos cosas que
son impuestas desde la cuna: el fútbol y la religión. Por un lado, mientras las
ventajas y desventajas del balompié se vinculan más a la cantidad de colectivos
que habrá que tomar para ir a la cancha, o si se va a festejar más o menos
seguido, las disonancias entre un individuo y su propia religión juegan más en
el terreno de lo ideológico. En el peor de los casos, quien desee dejar de ser
hincha de un equipo, lo hace y listo. Sanseacabó. Con la religión las cosas son
más un poco más complicadas. De movida, para toda aquella persona bautizada que
esté de acuerdo con el matrimonio igualitario, el aborto legal, seguro y
gratuito —o simplemente considere que la biblia tiene más en común con un libro
de Tolkien que con el relato de hechos verídicos— el dilema es inminente: está
siendo socio de un club del cual no es hincha.
EL
PRIMER PASO
El primer paso para hacer algo
al respecto es tan simple como escribir una carta solicitando darse de baja de
los registros católicos. Para eso, los datos que hay que rastrear son: la fecha
estimativa del acontecimiento y el nombre de la parroquia donde fue llevada a
cabo la ceremonia. Esto no debería ser algo complicado ya que en cada bautismo
se les entrega, tanto al padre y a la madre, como al padrino y a la madrina,
una pequeña libreta con toda la información de quienes participaron en él.
Una vez que se cuenta con eso,
hay que chequear a quién irá dirigido el sobre. Esto se puede hacer de dos
maneras: entrando a la sección "Datos Diócesis" de la web del
movimiento Apostasía Colectiva donde no sólo figura el paso a paso de cómo
hacer el trámite, sino que también hay una carta modelo para descargar y
simplificar el asunto o sumergiéndose en las profundidades burocráticas del
sitio de la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA): un verdadero rally
de solapas que comienza con la "guía eclesiástica", continúa por
"circunscripciones eclesiásticas" y da una vuelta virtual por la
"arquidiócesis y diócesis" hasta alcanzar -finalmente- el nombre de
la provincia donde fue llevado a cabo aquel primer sacramento.
CRISTIAN
CALAVIA (32) EL PERIODISTA QUE HIZO EL TRÁMITE
Mi nombre es Cristian Calavia.
Soy periodista y tengo 32 años. Antes de cumplir mi primer año de vida, mis
padres decidieron bautizarme. Más de tres décadas después, entendí que la
religión que eligieron para mí no me representaba y que no quería pertenecer
más a ella.
Un domingo como cualquier otro
encontré, en una caja llena de fotos viejas y memorabilia familiar, la tarjeta
que confirmaba que había sido bautizado en la Iglesia San José de Flores el 12
de enero de 1986. Con esos datos en mi poder, todo se hizo más fácil y pude
corroborar que me correspondía enviar la Solicitud de Apostasía al Cardenal
Mario Aurelio Poli del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires.
Dicho y hecho: el lunes 7 de
mayo descargué la carta modelo de Internet y agregué mis datos. Luego de
chequear una y otra vez que toda la información estuviese correcta, usé la
impresora del trabajo para imprimir las hojas y me acerqué a una librería que
estaba a unas cuadras, pero sabía que tenía correo. Una vez ahí, tuve que
comprar un blíster de 20 sobres oficio inglés porque, lamentablemente, no los
vendían por unidad. Abrí el paquete y saqué uno. De un lado escribí el
remitente y del otro el destinatario. De esta manera, y por la módica suma de
40 pesos, comencé el trámite preguntándome, cuánto tiempo pasaría hasta recibir
una respuesta.
Poco más de una semana
después, me llegó una carta fechada el 16 de mayo y firmada por el notario
eclesiástico César Salvador Sturba. El texto decía que habían recibido mi
solicitud y que le habían dado curso al trámite haciendo un pedido formal a la
Parroquia San José de Flores.
Allí debían registrar la
apostasía en el libro de bautismos y luego enviarme el comprobante a mi
domicilio. Me costaba creer lo sencillo que estaba resultando todo aquel
asunto. Estaba asombrado. Había resultado más fácil darse de baja de la Iglesia
católica que hacer un trámite en AFIP sin morir en el intento.
LA
RESPUESTA
Pasaron unos días, hasta que
finalmente, el jueves 7 de junio recibí otro correo. Esta vez estaba firmado y
sellado por la secretaria parroquial de la Basílica San José de Flores, Susana
Rosa Tato, quien me notificaba que el trámite se había llevado a cabo. La
respuesta efectivamente vino acompañada de la fotocopia de la página del Libro
188, Folio 484, en la que figuraba mi bautismo. A un costado del acta, justo al
lado de mi nombre, el notario eclesiástico Sturba, había escrito a mano:
"visto la presentación del señor Cristian Calavia, que por nota se
presentó ante el Arzobispado de Buenos Aires, notificando su apostasía de la fe
católica, apostólica y romana para que se haga efectiva".
SIGNIFICADO
Según la Real Academia
Española, la acción de apostatar significa "abandonar públicamente una
religión o partido político". No es casualidad que este mismo término sea
aplicable para ambas cosas: el catolicismo tiene una gran influencia en todos
los asuntos que se refieran a cuestiones legislativas, económicas y culturales
del país.
LOS
SUELDOS DE ARZOBISPOS Y OBISPOS
Más allá de que la
Constitución Argentina garantice la libertad de culto, al mismo tiempo su
segundo artículo establece que "el gobierno federal sostiene el culto
católico apostólico romano". Esto significa que el Estado debe hacerse
cargo, por ejemplo, de los sueldos de los arzobispos y obispos, los cuales
equivalen al 80 por ciento del salario de un juez nacional de primera
instancia. Las transferencias estatales a la Iglesia católica no terminan ahí:
gran parte del presupuesto nacional es destinado a subsidiar escuelas
religiosas, sacerdotes, seminaristas y al mantenimiento de edificios vinculados
al catolicismo. Como frutilla del postre, la Iglesia católica cuenta con la
gran ventaja de no tener que pagar algunas exenciones impositivas, como el
impuesto a las ganancias o el impuesto al valor agregado (IVA). Ante este
escenario, todo aquel que considere que Iglesia y Estado deben ser asuntos
separados tiene la posibilidad de darse de baja de los registros de bautizados
en señal de protesta, tanto política como ideológica.
La Iglesia considera a cada
bautizado y bautizada como miembro del catolicismo. De esta manera, al igual
que un partido político o una hinchada de fútbol, se legitima y erige a sí
misma como la religión dominante haciendo gala de ser la institución con más
adherentes en el país. Esto también sucede alrededor del mundo.
En desacuerdo con el ranking
mundial de fieles realizado en 2007 por el instituto norteamericano World
Christian Database, que afirmaba que los seguidores de la religión musulmana
habían pasado en número a los de la católica, el Secretario del Pontificio
Consejo para el diálogo interreligioso, Félix Machado, argumentó ante la prensa
italiana que "la Iglesia católica puede contar con datos precisos y sin
márgenes de error porque en cada parroquia, incluso la más pequeña o en
cualquier lugar perdido del mundo, existe un acta de bautizados". Sin embargo,
y a pesar del estrecho vínculo que el catolicismo tiene con el Estado
argentino, las actas de bautizados en el país no son de acceso público. De
hecho, al ser consultada al respecto, la Dirección General de Culto Católico
informa que "no es de la competencia del Estado Nacional llevar un
registro de los bautismos realizados en el país". Por otra parte, como
dato de color, también cabe destacar que en la web de la Agencia Informativa de
la Iglesia Católica Argentina los links referidos a las estadísticas no funcionan
desde hace varios años.
UN
TRÁMITE QUE EN LA PRÁCTICA NO TIENE NINGÚN EFECTO.
Pese a todo este contexto, el
trámite para concretar la apostasía es simple y sencillo. Dos datos personales,
una búsqueda en Internet, una carta y problema resuelto. Sin embargo, lo que la
Iglesia católica hace no es sacar el nombre del solicitante de los registros ni
tampoco darlo de baja. Toda aquella persona que haga el trámite sólo será
marcada como apóstata de puño y letra al costado de la hoja. Una especie de
epígrafe o dato al pie con poca relevancia formal. En consecuencia, el número
de bautizados en Argentina jamás se achicará mientras que la gente no tenga la
posibilidad de elegir libremente si quiere o no pertenecer al culto católico.
Mientras que esto no suceda, cada bautizado será católico para siempre y la apostasía
no será más que el acto irónico de buscar legitimación de parte de una
institución a la que el apóstata justamente busca deslegitimar. Amén.
Publicado
originalmente en VICE.com