Dícese de la humildad que es una virtud que
deriva de reconocimiento de nuestras
limitaciones. A menudo las personas confunden la humildad con sentimientos y
acciones que no lo son.
Pero a decir verdad, la verdad humildad es reconocer que somos inferiores a
un Dios, a una naturaleza, a la perfección de la ciencia.
Humildad es reconocer que somos humanos y que
podemos errar.
Humildad es reconocer nuestros errores y buscar
soluciones.
Humildad es Solucionar los problemas sin usar la
fuerza y usando la sabiduría, el conocimiento y la razón.
Humildad es poner a prueba nuestro ego y hacernos
carne en lo que sucede.
Humildad es reconocernos inferiores y aceptar que no
siempre lo que hacemos y decimos es así.
Humildad es aceptar que aunque nosotros veamos las
cosas de una manera hay muchas formas de verlas. Humildad es aceptar que la
verdad puede ser tergiversada pero es una y que la razón no tiene dueño.
Humildad es acompañar a otras personas aceptándolas
como son y sin moldearlas a modo y conveniencia de uno mismo.
Humildad es ver el error y si no podemos
solucionarlo buscar ayuda.
Humildad es no mirar el error ajeno para criticar
sino para ayudar.
La persona humilde acepta, comprende, acompaña,
reconoce, soluciona, razona, pero también sabe alejarse cuando no hay
soluciones.
A menudo las personas tienen una mala impresión de
lo que es la humildad y por carecer de conocimientos y no buscar entender el
significado de esta virtud confunden humildad con humillación y soberbia.
Cabe aclarar que la humillación no es más que un
acto de sumisión. Y confundir la sumisión y el acto de rebajarse con la virtud
de reconocer nuestras limitaciones solo puede generar confusiones y malos
entendidos solo por no querer aprender a buscar el verdadero significado de las
palabras.
Y la soberbia no es más que el exceso de estimación
y orgullo propios. Lo que hace que las personas se sobrevaloren permanentemente
rebajando a sus semejantes, creyéndose
únicos en su especie y los mejores en lo que hacen.
Uno aprende demasiado de lo que ve, de lo que vive,
de lo que oye y sobre todo de lo que es.
Personalmente reconozco que mi ego hace que sienta
un poco de orgullo el cual me hace una persona que no permite que en su vida se
repitan consecutivamente los errores. Habitualmente me reservo el derecho de
vetar todo lo que considero que no ha de cambiar, madurar o mejorar, trato de
ser dura conmigo misma bloqueando emociones y situaciones evitando que la
soberbia me contamine y reconozco mis errores, pero no se esperar de quien no
reconoce los suyos.
Que la soberbia personal de cada uno de ustedes no
sea un abismo que los separe del derecho natural de reconocer sus limitaciones
y les permita poder corregir aquellos movimientos que equívocamente en la partida
de esta vida fueron movilizados por el Ego y el orgullo.
Que la misma no sea una limitación que les haga
confundir humildad con humillación haciéndolos creer que todas las personas de
su entorno osan rebajarlas cuando son los errores propios los que pueden ser
capaces de tal situación.
Que la vida les permita madurar y crecer en la
sabiduría permitiéndoles acceder al real significado de las palabras de modo
que no confundan lo que sienten y viven.
Que la misma les permita ser y permitir ser a sus
semejantes de manera que en libertad todos puedan formar parte de un todo y no
ser sumisos a una persona en particular.
Solamente la mediocridad y la ignorancia pueden
generar en ustedes sentimientos y reacciones tales que no les permitan ser, lo
cual esta en ustedes mismos corregir.
©2016 – Desde el Alma.