La
Demoledora, señora Elisa Carrió, prefería proyectarse en adelante desde el
venerable Senado. Pero razonablemente La Chica de Flores de Girondo, señora
María Eugenia Vidal, resistió la ofensiva. Para trasladársela a Horacio
Rodríguez Larreta, El Geniol. Desde la provincia inviable hacia el Maxi
Quiosco.
Dominar
el Senado, a Carrió, le hubiera costado cinco o seis reportajes estelares. Desde
la altura solemne de esa Cámara podría operar la decapitación institucional de
la señora Alejandra Gils Carbó, La Procuradora. Y poner en la Procuración a
Martín Fierro, el fiscal José María Campagnoli, uno de los más esclarecidos
exponentes del “fargosismo”.
Aparte,
desde el Senado, Carrió podría acomodar mejor, en la guillotina, el pescuezo
codiciado del doctor Ricardo Lorenzetti, El Cardenal Richelieu. A los efectos
de dominar, también, la Justicia.
Con
el Senado doblegado, con la Justicia conquistada, le hubiera faltado a La
Demoledora apenas la cuestión instrumental del salto hacia el Ejecutivo. Pero
La Chica de Flores le estampó el semáforo rojo. “Entrada prohibida”. Para
sacarla de la platea vip y enviarla al paraíso de la Cámara de Diputados.
Encarar
la epopeya desde la base parlamentaria a La Demoledora le va a resultar más
complicado. Aunque se haya convertido, para nostalgia de los radicales, en la
dama más votada para el Maxi Quiosco de la Capital.
La aventura de volver
Entonces
La Doctora, señora Cristina Fernández, no tendrá otra alternativa que tallar en
el Senado. En el peronismo se descuenta la gigantesca solidaridad que suele
depositarse siempre sobre el vencedor.
La
Doctora vuelve a la solemnidad venerable. Después de haberse cargado no sólo al
Colectivo Cambiemos, que para confrontarla le presentaron una oferta de
cotillón. También venció a los grandes medios. Los que arrastraron con su
agenda a la mayor parte de los comunicadores. Se impuso, por si fuera poco,
sobre el Código Penal. Sin hablar, sin haber pegado un miserable afiche. Con su
frepasito tardío y con los mini-gobernadores del peronismo en el costado.
Es
para una próxima tesis en Ciencias Sociales: “El aprovechamiento de la
centralidad en la adversidad”.
Claro
que La Doctora carece del apoyo de los gobernadores. No olvidan las frecuentes
humillaciones. Cuando era la Presidente y los reunía en el Salón Blanco para
ofrecer, por cadena nacional, el show del estiramiento de las deudas
provinciales. Cuando la voz patriótica de la locutora decía:
“Alumno
Béder Herrera, pase a firmar”, o “Alumno Gioja al frente”. O Urtubey.
En
adelante a La Doctora le va a costar un poco más encantar a los representantes
de los gobernadores nuevos. O que aquel encuadrado senador Miguel Pichetto,
Humphrey Bogart, se encuadre de nuevo con el mismo rostro severo. Como cuando
Bogart le dijo al postergado Cleto Cobos, El No Positivo, por entonces vice de
La Doctora: “Haga lo que tenga que hacer, señor Presidente, pero hágalo
rápido”.
Hacia la República de Mujeres.
Cobos,
un Pichetto con más juego y La Doctora se van a reencontrar, sin gran emoción,
como pares, en el Senado. Entre los “pasos perdidos”. O en el restaurante
exclusivo (donde algún Senador, hoy Gobernador, invitaba al cronista sólo para
provocar al kirchnerismo).
Al
dejar la presidencia, pero sin dejarle la banda a Mauricio, La Doctora dijo:
“Que
gobiernen bien, porque si no me van a obligar a volver”.
Fue
un mensaje multiplicado. Destinado a los amarillos, pero sobre todo a los
suyos. Los que hoy se le muestran reticentes. En guardia y con la cola en la
pared. “Gobernaron dos años para el c…”, confirma la Garganta. Por lo tanto, en
un “soplo de la vida”, La Doctora encara, irremediablemente, la aventura de
volver.
Cartel Francés
Pero
las damas antagónicas -Carrió y La Doctora- comparten el escenario, en cartel
francés, con la tercera mujer que talla. La Chica de Flores que resistió a
Carrió. Aunque le estamparon, como un vuelto, a la señora Graciela Ocaña, La
Reina del Dengue.
Suplir
a Carrió por Esteban Bullrich Ocampo, Kid Furcio, no fue para Vidal el mejor
negocio. Hubiera preferido, según nuestras fuentes, a la señora Carolina
Stanley, La Ministro del Pelo Mojado. O por lo menos a la señora Gladys
González, Mal Clonada. Intentaron diseñarla a González como un clon angelical
de La Chica de Flores. Sin embargo, más que trabajar sobre el parecido, Durán
Barba debió haberse inspirado en las diferencias.
Hacia la República de Mujeres
Los
amarillos emblemáticos de las alturas (Mauricio, Marcos Peña, El Pibe de Oro, y
El Geniol) estaban secretamente compungidos. Mortificados por el asombroso
crecimiento en las encuestas. Consolidaban a La Chica de Flores como la preferida.
Por
lo tanto, un tropiezo en el distrito inviable, de la privilegiada por la
sociedad, podía, en el fondo, resultar atractivo. Interesante. Sin percatarse
que iba a tratarse, en todo caso, de una derrota compartida. Pero el poder,
como el pescado, suele echarse a perder desde la cabeza.
Porque
no se explica el error extraordinario de encarar “la madre de todas las
batallas” contra el kirchnerismo, justamente en el único distrito donde el
kirchnerismo les podía ganar.
Emergen
aquí varias alternativas de interpretación: se trata de suicidas
irresponsables, de nabos unánimes que simplemente se equivocaron, o de malditos
vocacionales que procuraban la derrota innecesaria de La Chica de Flores. Para bajarla.
Para decirle: “Ganamos en la Nación pero perdimos en la provincia”.
Pese
al traspié, a los sigilosamente amables pases de facturas, por la impertinencia
del carisma y por la insolencia de la edad (44 años), Vidal sigue en el camino
ascendente. Sin siquiera haberse despeinado. No le entran las balas.
Como
conclusión, La Chica de Flores se encuentra al mismo nivel que La Doctora y La
Demoledora, sexagenarias blindadas que atravesaron indemnes los diversos
accidentes de la topografía.
Las
mujeres son mejores.
Hacia la República de Mujeres
Pese
a las gastadas extravagancias del machismo que declina, en la Argentina se
consolida la idea de la República de Mujeres. Como indica cierto abuelo, nunca
se debe olvidar que las mujeres son mejores.
Pero
también debe tenerse en cuenta que son mucho más malas y crueles que los
varones domados. Machos alfa, aturdidos y abreviados por el irresistible avance
de las féminas.
Nuestras
tres heroínas protagónicas, influyentes y poderosas, se disponen a vigilar
atentas, de cerca, y minuciosamente preparadas para la poda, el extendido
crecimiento de la Lady Matancera. La señora Verónica Magario, a quien, según
nuestras fuentes, nadie, pero nadie, la frena.
Jorge Asis Digital