Zaira Quiroz quedó seleccionada entre 200 postulantes para entrar a la escuela de danza del teatro. Cada día se levanta a las 4 de la mañana y viaja dos veces a Capital para ensayar.

Todos los días a las cuatro de la mañana, Zaira Quiroz (8) ya está despierta para emprender su viaje desde el barrio Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache, al Teatro Colón. Allí ensaya hasta el mediodía y vuelve a su casa para ir al colegio. Horas más tarde, regresa al centro porteño para seguir practicando. La pesada rutina podría parecer imposible para mucha gente y más aún para alguien de su edad, pero la nena de Tres de Febrero tiene en claro la responsabilidad que implica ser una de las 19 bailarinas elegidas para integrar el primer año del Instituto Superior de Arte del icónico teatro.

“Desde que empezó a hablar decía que iba a ser bailarina”, cuenta Elizabeth, su mamá, quien la acompaña día a día en sus largos recorridos en colectivo. “Caminaba en puntitas de pie por toda la casa”, agrega. “Siempre me gustó bailar, en casa pongo videos de danza clásica en YouTube para copiar e imitar, pero también bailo canciones de (la película animada de Disney) Frozen”, señala la mini estrella del escenario.

Para entrar al Colón, Zaira tuvo que cumplir con exigentes pruebas y requisitos y si bien había más de 200 postulantes, la mayoría de ellos más grandes y con mayor experiencia, estaba convencida de que iba a quedar. “No estaba nerviosa, me gusta mucho bailar y sabia que iba a quedar”, confiesa.

“No estaba nerviosa, me gusta mucho bailar y sabía que iba a quedar”

“Entre las inscriptas para ingresar había algunas que eran hijas de maestras de danza clásica y no quedaban, o era la tercera vez que se presentaban a las pruebas. Yo intentaba prepararla para que le dijeran que no, pero ella estaba muy tranquila. Me decía ‘está bien Ma, no me voy a poner mal. Pero yo voy a quedar’”, cuenta Elizabeth.