A tres años de su partida,
escribo en memoria de la mujer que trabajó 40 años en casa. Cada instante de
honestidad y entereza fue ejemplo. Su presencia fue una luz que tocó a cada uno
de nosotros…
Marta
Concepción Gutiérrez
Grises fantasmas me atacan
en el sueño,
Con ojos rojos;
con argumentos que
desgarran.
Ya ausente, aun trabajando.
adviniéndote a los portales
cósmicos.
solapándome la memoria,
ultrajando las cobardías,
de mi cotidiana y miserable
altanería.
Grises hoy, que ayer no
eran.
que ayer reían, y con manos
que labraban,
para el pan, para el amor,
para nuestros días.
De ojos rojos hoy, por el
olvido, me reclaman...
Que apresure los tiempos;
que narre la historia,
que doblegue el silencio
y no acalle sus voces.
Y yo, con los lagrimales y
la pleamar,
húmedos, hechos torrente y
sal,
también me hago gris,
y te recuerdo en aquella
cama de hospital.
¡Y no me socava la muerte!
¡No es lo que conmueve!
Conmueve el olvido en vida,
el mal agradecido, el que
relega.
Aquel por quien llorabas,
que no vino.
¡Ay! Si sabremos lo que
conmueve.
(Acaso mis aciertos),
nos materializamos y te
recordamos.
Y si no sucediera aquello,
si nos venciera el
postergamiento,
al menos nos quedan los
sueños,
para que espectral, me
Invadas;
cada vez que asome el
cobarde olvido.
Y quiera agrietar los
recuerdos