UN SÁBADO TRÁGICO OCURRIDO
HACE 40 AÑOS
“El sábado 16 de octubre de
1976, mientras los miembros del Grupo Juvenil conducido por el Sr. Néstor
Vénica se encontraban preparando las mesas y el local del Club D. y S.
Guadalupe para recibir a más de 200 personas que se congregarían a conmemorar
con una cena el “Día de la Madre”, un fenómeno natural que azotaba la zona en
forma de fuertes ráfagas de viento e intensas lluvias, se presentó en la
localidad de Guadalupe Norte, cerca de las 20 horas, con una magnitud de
tornado.
Quienes estaban “allí
presentes oyeron unos ruidos y en segundos ya se encontraban con todo el
edificio en el suelo y el techo desaparecido” (Libro de Actas, N° 430,
18/10/76, Pág. 212)
Así relataría el instante a
un medio gráfico de Reconquista un testigo presencial, “vimos cómo el viento
venció un ventanal y embolsó el techo como si fuera un globo. Sin darnos cuenta
siquiera, las paredes cayeron hacia adentro y el techo se nos vino encima…”
(Edición 4, 21/10/76, Pág. 5).
Después de unos minutos
lógicos de shock emocional, desorientación y angustia provocada por el
desastre, los que resultaron ilesos comenzaron la remoción de escombros,
chapas, hierros, etc., para rescatar y auxiliar a los heridos que se
encontraban atrapados en la masa de materiales. Enseguida intervendrían la
policía local y los vecinos anoticiados, a quienes se sumaron luego equipos de
médicos y enfermeros llegados desde Reconquista, como así también la policía de
Avellaneda y otras localidades vecinas.
Recién más tarde, con la luz
proporcionada por un grupo electrógeno de auxilio provisto por la Usina
Eléctrica de Villa Ocampo, pudieron apreciar la magnitud de la tragedia:
cuantiosos daños materiales, pero nada comparable con la cantidad de víctimas
fatales y heridos que encontraron y tuvieron que lamentar.
4 VÍCTIMAS FATALES
Cuatro víctimas fatales
dejaría como saldo trágico la furia del tornado: la Srta. Nilda Masat (24
años); las niñas Haydee Colussi (14) y Silvia Zorat (13); días más tarde
fallecería una anciana mujer de la comunidad, la Sr. Inés Sartor de Colussi
(78), quien se encontraba internada en el ex Sanatorio Ludueña de Reconquista.
Entre los numerosos heridos
que fueron trasladados a los sanatorios de Avellaneda y Reconquista se
encontraban los niños y jóvenes: Ana M. Colussi, Dante F. Masat, Norma B.
Masat, Andrés Masat, Estela Masat; y los adultos Néstor Vénica, Edito D.
Buseghín, María y Marta Colussi.
Además de los daños del
edificio del Club y como prueba de la furia del viento, se registraron otras
voladuras de techos en casas contiguas a la institución social y deportiva,
como así también la voladura completa del techo de la Escuela Primaria N°314
del Barrio Stechina en el Paraje El Timbó.
Un hondo pesar causaría en
todas las familias de Guadalupe Norte la pérdida de seres queridos con vínculos
de parentesco con la mayoría de ellas en esa pequeña comunidad de agricultores.
Semejante catástrofe natural
llamaría la atención de las esferas gubernamentales provinciales, dos días
después (el 18) llegaba al lugar en nombre del gobernador de facto Aníbal R.
Desimoni, el Secretario de Prensa y Difusión de la Provincia, Sr. Juan R.
España. Venía acompañado por el Intendente de la ciudad de Avellaneda,
municipio al que pertenecía Guadalupe Norte por entonces, el Sr. Delfino P.
Foschiatti. Recorrerían y evaluarían la zona, llevando los pésames a los
familiares de los fallecidos, ofreciendo también todo el apoyo necesario para
atenuar la triste situación.
Una semana después también
visitarían el lugar afectado el Ministro de Obras Públicas, ingeniero Eduardo
C. Oliva y el Subsecretario de Educación, profesor Virgilio Cordero,
acompañados por el Intendente de la ciudad de Reconquista, Sr. Omar O. Dacci.
Numerosas serían las
correspondencias de instituciones de localidades vecinas con palabras de
condolencias y solidaridad hacia el Club y las familias.
Una vez realizado el duelo,
comisión directiva, afiliados del Club y el pueblo de Guadalupe Norte se
pondrían manos a la obra para reconstruir materialmente el edificio y en pocos
meses lo restituirían en su lugar; la memoria colectiva se encargaría de
perpetuar en la historia los nombres de las cuatro víctimas.”
David E. Quarin.